REFLEXIÓN DE LOS LUNES.
Es un error común pensar que una pregunta compleja o poderosa exige necesariamente una respuesta igualmente complicada. En realidad, muchas veces la solución más efectiva, la más transformadora, es la más sencilla. Pero esta sencillez no es casual; es el resultado de un proceso bien llevado, donde se han despojado los adornos innecesarios para llegar al núcleo del problema.
Si desde el inicio anticipas que el camino será doloroso, complicado o inmanejable, tu mente y cuerpo se prepararán para enfrentar un desafío que tal vez no exista en esa magnitud. Este enfoque no solo genera resistencia, sino que también limita tu capacidad de ver las soluciones simples que tienes frente a ti.
Aquí es donde entra la importancia de confiar en el proceso. Alguien me dijo una vez: «Confía en el proceso«, y esa frase se convirtió en una brújula. Confía en que las preguntas que te haces tienen un propósito. Confía en que, aunque el proceso de reflexión y acción pueda parecer enredado al principio, tiene el potencial de desenmarañar lo que realmente importa. Confía en que el coaching, al enfocarse en lo esencial, te ayudará a tomar decisiones claras y efectivas, sin importar cuán complicado parezca el punto de partida.
«CONFÍA EN EL PROCESO«
Las preguntas complicadas no son el problema; el problema es la actitud con la que enfrentamos el proceso para responderlas.
Si decides abordar estas preguntas con una mente abierta y confiada, la claridad llegará. Y en esa claridad, descubrirás que las respuestas, muchas veces, son mucho más simples de lo que habías anticipado.
Por eso, te lo digo ahora: confía en el proceso. Permítete explorar, cuestionar y descubrir sin prejuicios. Porque lo que parece un laberinto lleno de giros inesperados puede terminar siendo un camino directo hacia la solución que necesitas.
¿Estás dispuesto a confiar?