¿Qué haces Aquí?

ABRIR LA PUERTA Y ROMPER PLATOS.

Coaching Ejecutivo: abrir la puerta y enfrentar la realidad

La imagen que te comparto representa perfectamente un dilema al que se enfrentan muchas personas en los procesos de coaching ejecutivo: han identificado que algo no marcha bien, pero prefieren no «abrir la puerta» por miedo a enfrentar las consecuencias, es decir, al temor de que los platos (representando situaciones o conflictos) caigan y se rompan. Esta metáfora refleja la tendencia humana a evitar problemas o decisiones difíciles, permaneciendo en una zona de confort que, si bien puede ser segura a corto plazo, limita el crecimiento y el desarrollo a largo plazo.

En un proceso de coaching ejecutivo, el «abrir la puerta» implica tomar acción directa sobre aquello que sabemos que nos está frenando. Es una invitación a enfrentar los problemas de manera proactiva, sin posponer decisiones importantes. Cuando no lo hacemos, terminamos trabajando por debajo de nuestras capacidades, aprovechando sólo una parte de nuestro potencial. Es más cómodo mantener el statu quo, incluso cuando no nos satisface, que correr el riesgo de romper algunos platos. Muchas personas prefieren el “Virgencita, que me quede como estoy” antes de afrontar la posibilidad de cambio, ya que el miedo a las consecuencias tiende a ser mayor que el deseo de transformación.

Sin embargo, al evitar abrir esa puerta, dejamos de acceder a recursos y oportunidades que podrían mejorar significativamente nuestro desempeño profesiopnal y nuestra productividad. Sí, es cierto que algunos platos pueden romperse en el proceso, pero otros permanecerán intactos y estarán disponibles para su uso. De hecho, muchos de los recursos con los que contamos actualmente no son del todo efectivos porque no están hechos para el propósito al que los estamos destinando, lo cual limita nuestro desempeño, pues no podemos acceder a los que realmente son adecuados, los que están tras la puerta. Por eso, el verdadero reto es dejar de enfocarnos en el miedo a los platos rotos y pensar en los recursos que estamos dejando de usar por temor al cambio.

El coaching ejecutivo nos ayudará a reconocer que, aunque el riesgo de la pérdida existe, también hay una oportunidad significativa de mejorar y crecer con los recursos que sí quedan. La clave está en decidir abrir esa puerta, enfrentarse a la situación y utilizar lo que realmente nos potencia, en lugar de conformarnos con herramientas y estrategias que no fueron creadas para lo que las estamos usando.

¿Te identificas con la imagen? Si es así ¿qué vas a hacer?

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¿Adónde voy?
Una pregunta incómoda pero necesaria

A lo largo de mi carrera, he tenido muchas conversaciones con profesionales del derecho que, probablemente como tú, se han enfrentado a momentos de duda e incertidumbre. En estas charlas, me han compartido experiencias que se repiten más de lo que imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, me confesó no estar seguro de si realmente disfrutaba su trabajo o si lo que sentía era simplemente el peso de un desgaste acumulado. Me dijo que, en ocasiones, no le gustaba cómo era cuando trabajaba: cómo reaccionaba, cómo se relacionaba con los demás, cómo parecía perderse en el camino. Y luego, compartió una frase que resuena con muchos otros profesionales: «No sé a dónde voy» .

¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos profesionales visionarios como tú, que día a día resuelven problemas complejos para sus clientes o diseñan soluciones para desafíos aún inexistentes, de puertas para adentro se sienten perdidos.

Hay un ruido de fondo constante, un malestar que aparece en los momentos de silencio: en casa, en el coche, en la cama. Ese ruido de fondo, casi imperceptible durante la vorágine del día a día, cobra fuerza cuando la actividad cesa. Es entonces cuando aparecen las preguntas, las dudas, la incomodidad de no saber si el problema está en lo que haces o en cómo te sientes mientras lo haces.

¿Te has detenido a escuchar ese ruido?

Ese ruido de fondo puede pasar desapercibido porque el ruido ambiental del trabajo lo solapa. Pero cuando el ruido ambiental baja, el de fondo emerge con fuerza. Si no lo escuchas, no lo analizas y no lo gestionas, puede llegar a un punto en el que se vuelva insoportable. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ir desde el insomnio hasta una disminución en la calidad de tu trabajo y, en algunos casos, incluso en tu autoestima.

A veces, en conversaciones de coaching, mis coachees me dicen que culpan a su trabajo de cómo se sienten: “Es el trabajo lo que me está afectando”. Entonces les pregunto: ¿De verdad es el trabajo? ¿O es cómo te sientes cuando lo haces?

¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?

Sé que detenerte puede parecer imposible. Me lo dicen todos: “Fernando, es que no tengo tiempo”. Y yo siempre respondo con números:

  • Si trabajas 10 horas al día durante 22 días al mes, eso suma 220 horas al mes.
  • Si dedicamos 45 minutos a la semana a una sesión de coaching, eso son 3 horas al mes.

Haz las cuentas: eso es apenas un 1,36% de tu tiempo mensual.

Entonces, te pregunto: ¿puedes dedicarte un 1.36 % de tu tiempo para detenerte, analizar, identificar y gestionar ese ruido de fondo? ¿Puedes permitírtelo para tomar el control y encontrar respuestas?

La mayoría de mis coachees, después de pensarlo, responden: “Creo que sí”. Y es ahí donde empezamos a trabajar juntos, no para que yo te dé respuestas, sino para que te ayude a apuntar tu propia linterna hacia esos lugares incómodos, pero llenos de posibilidades.

Porque si no sabes qué es lo que realmente te incomoda, ¿cómo vas a solucionarlo?

Y tú, ¿qué harás con ese 1.36 % de tu tiempo? ¿Seguirás intentando enhebrar aguja e hilo cabalgando al galope sin detenerte? Quizás hoy sea el momento de parar, reflexionar y preguntarte, de verdad: ¿a dónde voy?

¿Cuándo es tu momento?

¿Estás esperando el momento perfecto? Te entiendo. A veces creemos que llegará con un gran anuncio, con señales claras y contundentes, pero la verdad es que el momento justo puede ser ahora, mientras lees esto, o quizás dentro de 5 años, en un instante en el que el ruido de fondo te haga detenerte y recordar estas palabras.

Las oportunidades nacen cuando tienes claro que no estás sólo en este camino. Porque cuando ese momento llega —hoy, mañana o en una década— es esencial que seas consciente de que tienes a tu disposición un activo valioso, un socio estratégico, que soy yo. Estoy y estaré aquí para ayudarte a construir ese instante clave y convertirlo en un punto de inflexión.

Tu momento no está condicionado al tiempo, lo está en las decisiones que tomes.

Hasta luego, nos vemos en TU momento.