Uno de los conceptos con los que trabajo en las consultorías es el del Conocimiento. Es esencial tener un conocimiento amplio sobre el capital humano con el que la organización cuenta, trabajando en la formación y capacitación de las capacidades y habilidades, por un lado ejecutivas y técnicas para los abogados para fortalecer el concepto de negocio y dirección, y por otro técnicas de los equipos de apoyo de los abogados.
Debemos manejar el conocimiento de lo que ocurre en nuestro negocio en tiempo real, con la utilización de indicadores de gestión, horas facturables, no facturables, rentabilidad por abogado, por equipo, por área, por cliente y por asunto.
Manejaremos el conocimiento de los distintos posicionamientos con los que podemos desenvolver nuestra actividad diaria, relacionando el concepto de grado de implicación con el cliente y si la materia de trabajo se basa en procesos o diagnóstico.
Debemos conocer la capacidad de horas que tenemos a disposición de los clientes, y la ocupación de dicha capacidad, en base al grado de utilización de horas. Debemos definir nuestros productos o servicios, y la adecuación de nuestra estructura a los mismos. Debemos ser capaces de proveer lo que estamos ofreciendo al mercado de manera solvente y con la máxima calidad. De manera práctica, debemos contar con el conocimiento de lo que significan nuestros gastos generales en la actividad diaria de cada abogado, equipo o área.
En definitiva, se implementarán todas las herramientas, procesos, procedimientos y rutinas necesarias a través de la disciplina y el compromiso, para poder aportar datos fidedignos de nuestra actividad diaria y estructurarlos para la obtención de indicadores de la marcha del negocio.
Con este conocimiento del negocio, su realidad y la posición en el mercado decidiremos de manera óptima a dónde queremos ir, cómo y con quién, pero más importante aún, decidiremos dónde no ir, cómo no queremos trabajar, y qué tipo de capital humano no va con nuestra filosofía.