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ESTUDIO DE ABOGADOS: PERSONAS, CULTURA, FUTURO Y LAS PREGUNTAS CORRECTAS. // PARTE UNO//

En los últimos años he mantenido conversaciones con socios principales, socios administradores, socios nominales, abogados asociados, procuradores, practicantes y asistentes legales de varios Estudios de Abogados.

En cada uno de los niveles en los que se encontraban, según su escala jerárquica, existía una tipología de inquietudes, comunes para su rango de acción y su estatus, en lo relativo a las personas y la cultura de su organización. Distintos puntos de vista.

Hacer  las preguntas correctas ha sido importante y todo un reto, tuve que aprender a hacerlas. Lo que Matt Watkinson en su libro The Grid llama el “subtexto”, es decir, aquello que todos piensan, desean, lo que los mueve y motiva en realidad, pero que nunca te lo van a decir abiertamente, es donde esas preguntas han de incidir para obtener una respuesta válida.

Hay que preguntar, buscar la coherencia –si es que existe– entre lo que dicen que piensan, lo que realmente piensan, lo que ofrecen y lo que realmente proveen.

Existen unas preguntas  fáciles: ¿Por qué existe tu Estudio de Abogados? ¿Para qué existe? ¿Cómo nació? ¿Qué lo mantiene? ¿Qué resultado has logrado? ¿Es el que proyectaste? ¿Te va a sobrevivir? ¿Con quién cuentas para ello?

Pero en realidad llego siempre a dos preguntas que no son sólo sobre el Estudio, sino sobre la persona y el Estudio, que parecen simples, pero no lo son: ¿Qué quieres realmente? ¿Qué buscas? Casi siempre me responden con otra pregunta: ¿Con respecto a qué, Fernando? Pareciera que si fuera para su vida personal, la respuesta sería distinta que si fuera para su proyecto empresarial, su Estudio: depende para qué. El subtexto, difícil de llegar a él.

En toda actividad empresarial existen dos tipos de clientes, el interno y el externo, siendo los primeros todos y cada uno de los integrantes del equipo humano de tu organización, y los segundos todos aquellos a los que la empresa vende sus productos y/o servicios, todos ellos relacionados de alguna manera con el quehacer y la profesionalidad de los clientes internos.

La mirada con la que pretendo trabajar en los próximos artículos es una mirada interna, donde voy a tratar de describir la organización como si fuera el mismo entorno en el que vendemos a nuestros clientes externos, pero centrándome en la venta a los clientes internos y su influencia sobre el producto final, el servicio y la experiencia del usuario.

Hasta la próxima entrega.

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¿Adónde voy?
Una pregunta incómoda pero necesaria

A lo largo de mi carrera, he tenido muchas conversaciones con profesionales del derecho que, probablemente como tú, se han enfrentado a momentos de duda e incertidumbre. En estas charlas, me han compartido experiencias que se repiten más de lo que imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, me confesó no estar seguro de si realmente disfrutaba su trabajo o si lo que sentía era simplemente el peso de un desgaste acumulado. Me dijo que, en ocasiones, no le gustaba cómo era cuando trabajaba: cómo reaccionaba, cómo se relacionaba con los demás, cómo parecía perderse en el camino. Y luego, compartió una frase que resuena con muchos otros profesionales: «No sé a dónde voy» .

¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos profesionales visionarios como tú, que día a día resuelven problemas complejos para sus clientes o diseñan soluciones para desafíos aún inexistentes, de puertas para adentro se sienten perdidos.

Hay un ruido de fondo constante, un malestar que aparece en los momentos de silencio: en casa, en el coche, en la cama. Ese ruido de fondo, casi imperceptible durante la vorágine del día a día, cobra fuerza cuando la actividad cesa. Es entonces cuando aparecen las preguntas, las dudas, la incomodidad de no saber si el problema está en lo que haces o en cómo te sientes mientras lo haces.

¿Te has detenido a escuchar ese ruido?

Ese ruido de fondo puede pasar desapercibido porque el ruido ambiental del trabajo lo solapa. Pero cuando el ruido ambiental baja, el de fondo emerge con fuerza. Si no lo escuchas, no lo analizas y no lo gestionas, puede llegar a un punto en el que se vuelva insoportable. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ir desde el insomnio hasta una disminución en la calidad de tu trabajo y, en algunos casos, incluso en tu autoestima.

A veces, en conversaciones de coaching, mis coachees me dicen que culpan a su trabajo de cómo se sienten: “Es el trabajo lo que me está afectando”. Entonces les pregunto: ¿De verdad es el trabajo? ¿O es cómo te sientes cuando lo haces?

¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?

Sé que detenerte puede parecer imposible. Me lo dicen todos: “Fernando, es que no tengo tiempo”. Y yo siempre respondo con números:

  • Si trabajas 10 horas al día durante 22 días al mes, eso suma 220 horas al mes.
  • Si dedicamos 45 minutos a la semana a una sesión de coaching, eso son 3 horas al mes.

Haz las cuentas: eso es apenas un 1,36% de tu tiempo mensual.

Entonces, te pregunto: ¿puedes dedicarte un 1.36 % de tu tiempo para detenerte, analizar, identificar y gestionar ese ruido de fondo? ¿Puedes permitírtelo para tomar el control y encontrar respuestas?

La mayoría de mis coachees, después de pensarlo, responden: “Creo que sí”. Y es ahí donde empezamos a trabajar juntos, no para que yo te dé respuestas, sino para que te ayude a apuntar tu propia linterna hacia esos lugares incómodos, pero llenos de posibilidades.

Porque si no sabes qué es lo que realmente te incomoda, ¿cómo vas a solucionarlo?

Y tú, ¿qué harás con ese 1.36 % de tu tiempo? ¿Seguirás intentando enhebrar aguja e hilo cabalgando al galope sin detenerte? Quizás hoy sea el momento de parar, reflexionar y preguntarte, de verdad: ¿a dónde voy?

¿Cuándo es tu momento?

¿Estás esperando el momento perfecto? Te entiendo. A veces creemos que llegará con un gran anuncio, con señales claras y contundentes, pero la verdad es que el momento justo puede ser ahora, mientras lees esto, o quizás dentro de 5 años, en un instante en el que el ruido de fondo te haga detenerte y recordar estas palabras.

Las oportunidades nacen cuando tienes claro que no estás sólo en este camino. Porque cuando ese momento llega —hoy, mañana o en una década— es esencial que seas consciente de que tienes a tu disposición un activo valioso, un socio estratégico, que soy yo. Estoy y estaré aquí para ayudarte a construir ese instante clave y convertirlo en un punto de inflexión.

Tu momento no está condicionado al tiempo, lo está en las decisiones que tomes.

Hasta luego, nos vemos en TU momento.