¿Qué haces Aquí?

“EL SÍNDROME DEL ICEBERG”

¿Cómo fue el año 2020? ¿Has tenido utilidades?  ¿Estás satisfecho con esas utilidades? ¿Era lo que buscabas o esperabas para el año Covid?

Todos, durante el mes de enero nos sumergimos en un análisis personal para ver qué ha pasado en el 2020 y qué queremos que ocurra en el 2021. Si no lo has hecho, deberías detenerte un momento y hacerlo.

El tema de las utilidades es importante, no tanto lo que hayas llegado a facturadar. En la mayoría de los casos las empresas se constituyen para ganar dinero, y digo la mayoría, porque hay muchas que quieren “ganar dinero sin saber cuánto pierden”, es lo que llamo en “Síndrome del Iceberg” en los Estudios de Abogados o Empresas de Servicios jurídicos.

El Managing Partner de un Estudio de Abogados analiza el 2020 para explicárselo a sus socios. Han obtenido una utilidad de 150.000 soles. La facturación final rondaba los 2MM soles, para su sorpresa no bajó mucho con respecto al 2019, y la utilidad que consiguieron en ese año, en proporción, es muy parecida.  Está tranquilo y satisfecho y sus socios lo estarán igualmente.

Pero en realidad lo que ocurre en el interior de su Estudio de Abogados, es que con el 55% de sus clientes y lo facturado a los mismos, obtuvo 330.000 soles de utilidad, mientras que con lo facturado al otro 45%, su pérdida fue de 180.000 soles. Resultado: 150.000 soles de utilidad.

¿Qué es un iceberg? Si la foto del iceberg representa la realidad de lo descrito arriba, inferimos que lo visible, lo que está por encima de la línea de flotación, es la utilidad obtenida, mientras que lo que se encuentra por debajo es todo el trabajo, capital humano y monetario, costos, gastos de capital y lo que se desee incluir, además de parte de la utilidad que se destina a cubrir la pérdida, que también está ahí, obtenida en la relación comercial con nuestros clientes, con el 45% de ellos.

Procuro combatir ese síndrome con preguntas, evitando preguntar por qué, para huir de las justificaciones. Las preguntas: ¿Sabes con qué clientes ganas y pierdes dinero?  ¿Fue decisión tuya trabajar con el 45% de tus clientes en pérdida? ¿Preferirías haber ganado 330.000 soles, en vez de destinar 180.000 soles de esa utilidad a cubrir las pérdidas obtenidas con el 45% de tu cartera comercial? ¿Qué pretendías conseguir? ¿Qué harás para cambiar la situación, en caso de que lo desconocieras? ¿Prefieres seguir sin conocer con qué clientes pierdes dinero? ¿No quieres saber en qué se diferencia tu relación comercial con ellos de la que mantienes con los que sí son rentables? ¿Te interesa saber en qué asuntos ganas, empatas o pierdes? ¿Eres consciente de lo que tienes que hacer para cambiar la situación? ¿Crees que es adecuado mantenerte en la ignorancia? ¿Asumes que tienes el control de tu empresa sin tener conocimiento de lo que pasa en ella? ¿Estás decidido a seguir igual en adelante? ¿Qué objetivos pretendes alcanzar de esa manera? ¿Te sientes satisfecho ahora, después de contestarte a todas estas preguntas? ¿Qué vas a hacer? 

Una marca de neumáticos, tenía un lema para promocionar sus llantas: “La velocidad sin control, no es velocidad”.

¿A qué velocidad te mueves? ¿Tienes el control? ¿Cómo lo sabes?

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¿Adónde voy?
Una pregunta incómoda pero necesaria

A lo largo de mi carrera, he tenido muchas conversaciones con profesionales del derecho que, probablemente como tú, se han enfrentado a momentos de duda e incertidumbre. En estas charlas, me han compartido experiencias que se repiten más de lo que imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, me confesó no estar seguro de si realmente disfrutaba su trabajo o si lo que sentía era simplemente el peso de un desgaste acumulado. Me dijo que, en ocasiones, no le gustaba cómo era cuando trabajaba: cómo reaccionaba, cómo se relacionaba con los demás, cómo parecía perderse en el camino. Y luego, compartió una frase que resuena con muchos otros profesionales: «No sé a dónde voy» .

¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos profesionales visionarios como tú, que día a día resuelven problemas complejos para sus clientes o diseñan soluciones para desafíos aún inexistentes, de puertas para adentro se sienten perdidos.

Hay un ruido de fondo constante, un malestar que aparece en los momentos de silencio: en casa, en el coche, en la cama. Ese ruido de fondo, casi imperceptible durante la vorágine del día a día, cobra fuerza cuando la actividad cesa. Es entonces cuando aparecen las preguntas, las dudas, la incomodidad de no saber si el problema está en lo que haces o en cómo te sientes mientras lo haces.

¿Te has detenido a escuchar ese ruido?

Ese ruido de fondo puede pasar desapercibido porque el ruido ambiental del trabajo lo solapa. Pero cuando el ruido ambiental baja, el de fondo emerge con fuerza. Si no lo escuchas, no lo analizas y no lo gestionas, puede llegar a un punto en el que se vuelva insoportable. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ir desde el insomnio hasta una disminución en la calidad de tu trabajo y, en algunos casos, incluso en tu autoestima.

A veces, en conversaciones de coaching, mis coachees me dicen que culpan a su trabajo de cómo se sienten: “Es el trabajo lo que me está afectando”. Entonces les pregunto: ¿De verdad es el trabajo? ¿O es cómo te sientes cuando lo haces?

¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?

Sé que detenerte puede parecer imposible. Me lo dicen todos: “Fernando, es que no tengo tiempo”. Y yo siempre respondo con números:

  • Si trabajas 10 horas al día durante 22 días al mes, eso suma 220 horas al mes.
  • Si dedicamos 45 minutos a la semana a una sesión de coaching, eso son 3 horas al mes.

Haz las cuentas: eso es apenas un 1,36% de tu tiempo mensual.

Entonces, te pregunto: ¿puedes dedicarte un 1.36 % de tu tiempo para detenerte, analizar, identificar y gestionar ese ruido de fondo? ¿Puedes permitírtelo para tomar el control y encontrar respuestas?

La mayoría de mis coachees, después de pensarlo, responden: “Creo que sí”. Y es ahí donde empezamos a trabajar juntos, no para que yo te dé respuestas, sino para que te ayude a apuntar tu propia linterna hacia esos lugares incómodos, pero llenos de posibilidades.

Porque si no sabes qué es lo que realmente te incomoda, ¿cómo vas a solucionarlo?

Y tú, ¿qué harás con ese 1.36 % de tu tiempo? ¿Seguirás intentando enhebrar aguja e hilo cabalgando al galope sin detenerte? Quizás hoy sea el momento de parar, reflexionar y preguntarte, de verdad: ¿a dónde voy?

¿Cuándo es tu momento?

¿Estás esperando el momento perfecto? Te entiendo. A veces creemos que llegará con un gran anuncio, con señales claras y contundentes, pero la verdad es que el momento justo puede ser ahora, mientras lees esto, o quizás dentro de 5 años, en un instante en el que el ruido de fondo te haga detenerte y recordar estas palabras.

Las oportunidades nacen cuando tienes claro que no estás sólo en este camino. Porque cuando ese momento llega —hoy, mañana o en una década— es esencial que seas consciente de que tienes a tu disposición un activo valioso, un socio estratégico, que soy yo. Estoy y estaré aquí para ayudarte a construir ese instante clave y convertirlo en un punto de inflexión.

Tu momento no está condicionado al tiempo, lo está en las decisiones que tomes.

Hasta luego, nos vemos en TU momento.