En el camino hacia el descubrimiento de lo importante, no basta con formular preguntas; la verdadera clave está en cómo decides enfrentarte a ellas. ¿Te has detenido a pensar si simplemente entiendes las preguntas o si realmente las comprendes? Porque hay una diferencia profunda entre ambas.
Cuando entiendes una pregunta, reconoces sus palabras, su significado literal. Pero comprenderla va mucho más allá: significa interiorizarla, reflexionar sobre lo que implica para ti en este momento de tu vida profesional, y traducir ese entendimiento en respuestas que resuenen contigo y con las acciones que decides emprender.
Aquí es donde quiero cuestionarte directamente:
¿Sabes qué actitud muestras frente a las preguntas que hoy desafían tu realidad como abogado o abogada?
¿Estás escuchando lo que realmente te están diciendo, o estás buscando respuestas rápidas que solo reafirmen lo que ya crees saber?
La calidad de tus respuestas dependerá siempre de tu capacidad para comprender, y esa comprensión solo puede darse si te permites estar presente, sin miedo, sin prejuicios, sin resistencia.
Piensa en esto: cada pregunta que surge en tu día a día profesional lleva implícita una invitación a examinar algo más profundo. Puede tratarse de tus metas, tus miedos, o incluso tus creencias sobre lo que es posible o no en tu carrera. Sin embargo, para escuchar esas preguntas en toda su dimensión, necesitas autoconocimiento. ¿Por qué? Porque son tus emociones y estados emocionales los que condicionan tu actitud frente a esas preguntas y, en consecuencia, la calidad de tus decisiones.
Imagina por un momento que decides abordar esas preguntas desde la prisa o la necesidad de controlarlo todo. ¿Qué respuestas crees que obtendrás? Probablemente las mismas de siempre. Pero si en cambio adoptas una actitud de humildad y apertura, dispuesto a cuestionarte incluso aquello que consideras obvio, el entendimiento que surge será como esa luz de la que habla la imagen: una claridad que ilumina lo que antes parecía confuso o inaccesible.
El coaching te ofrece ese espacio. No para darte respuestas, sino para que puedas explorar las preguntas con la profundidad que merecen. Es un lugar donde la actitud correcta puede marcar la diferencia entre estancarte en lo que ya conoces y avanzar hacia lo que realmente importa.
Así que te invito a reflexionar:
¿Qué actitud estás adoptando frente a las preguntas que hoy se presentan en tu vida?
¿Estás dispuesto o dispuesta a comprender lo que realmente te están pidiendo?
Porque ahí, en esa comprensión, es donde comienza el cambio, donde tus respuestas dejan de ser automáticas y tus acciones empiezan a tener un impacto real en tu carrera y en tu vida.
La decisión es tuya. Pero recuerda: comprender no es opcional si lo que buscas es avanzar.
¿Qué vas a hacer con las preguntas que te desafían hoy?