
La flexibilidad de un abogado
Hemos estudiado para conocer una norma o una ley, y también hemos estudiado para interpretarla y luego defenderla. Hemos aprendido a crear un punto de vista a partir de las experiencias y también de la intuición.

Hemos estudiado para conocer una norma o una ley, y también hemos estudiado para interpretarla y luego defenderla. Hemos aprendido a crear un punto de vista a partir de las experiencias y también de la intuición.

¿Te has detenido a pensar qué dices cuando no dices nada?
Sí, cuando no hablas. Cuando simplemente estás ahí, presente, pero en silencio. No hace falta que salgan palabras de tu boca para que los demás reciban un mensaje. A veces, es justamente en esos momentos —cuando callas— donde más se te escucha. Tu expresión, tu postura, tu mirada, incluso tu respiración… todo habla. Y a veces grita.

Hace algún tiempo trabajé con un abogado que lideraba una firma de prestigio en su país. Socio fundador, estratega respetado y profesional impecable, había logrado construir la firma desde cero y convertirla en un referente en su especialidad. El negocio prosperaba: los estados financieros eran sólidos, la cartera de clientes seguía creciendo y la reputación permanecía firme en el mercado.

Después de más de mil horas de conversaciones profundas con abogados y abogadas en toda Latam, te hablo a ti, que ostentas responsabilidades dentro de tu firma a diferentes niveles, desde un lugar al que no se llega leyendo libros ni acumulando títulos: te hablo desde la experiencia viva, acumulada semana a semana, sesión tras sesión, rostro a rostro. He tenido el privilegio de acompañar a decenas de profesionales en procesos de coaching ejecutivo de al menos diez sesiones cada uno. Y te puedo asegurar algo: cuando una persona se sienta, se toma 45 o 60 minutos semanales, y se permite hablar con total honestidad —sin miedo al qué dirán, sin temor a consecuencias políticas dentro de su firma, pues todo lo hablado en cada sesión es confidencial—, lo que emerge de esa conversación tiene un valor incalculable.

Durante semanas, el tema había circulado por los pasillos con la sutileza de un elefante en una sala de redacción: ¿renovar a Julián A. Zábal como managing partner o dar paso a Tomás G. Murugarren? La decisión no era menor. Era, de hecho, la más importante que el directorio tomaría en al menos una década.

Déjame compartirte una reflexión, al hilo de lo que he ido escribiendo durante las semanas anteriores, que se me ha ido formando después de muchas conversaciones sucedidas durante mis procesos de coaching ejecutivo con profesionales del derecho. Y lo hago convencido de que puede ayudarte a mirar tu práctica desde otro ángulo, ese que muchas veces descuidamos porque estamos atrapados en la inercia de “cómo se hacen las cosas en el mundo jurídico”.

¿Cuántas veces te has encontrado frente a un problema que, en el fondo, ya habías vivido antes? ¿Cuántas veces lo has resuelto como siempre, simplemente porque era lo que sabías hacer?
Las preguntas que te lanzo hoy son directas: ¿cuánto de lo que sabes estás dejando de utilizar? ¿Se trata de acumular más conocimiento o de saber aplicar el que ya tienes con una mirada nueva, con las herramientas de hoy, con la experiencia que antes no tenías?

Puede que lo hagas de manera intencional, creyendo que estás protegiéndolos o manteniendo el control. O quizá ni siquiera te has dado cuenta de que lo haces. Pero sea cual sea el caso, el impacto es real y tiene consecuencias.

¿Darías todo lo que sabes por la mitad de lo que ignoras o decidiste ignorar?

El camino hacia el descubrimiento de lo importante…
2024 Copyright © Todos los derechos reservados por Fernando Torrontegui
A lo largo de mi carrera, he tenido muchas conversaciones con profesionales del derecho que, probablemente como tú, se han enfrentado a momentos de duda e incertidumbre. En estas charlas, me han compartido experiencias que se repiten más de lo que imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, me confesó no estar seguro de si realmente disfrutaba su trabajo o si lo que sentía era simplemente el peso de un desgaste acumulado. Me dijo que, en ocasiones, no le gustaba cómo era cuando trabajaba: cómo reaccionaba, cómo se relacionaba con los demás, cómo parecía perderse en el camino. Y luego, compartió una frase que resuena con muchos otros profesionales: «No sé a dónde voy» .
¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos profesionales visionarios como tú, que día a día resuelven problemas complejos para sus clientes o diseñan soluciones para desafíos aún inexistentes, de puertas para adentro se sienten perdidos.
Hay un ruido de fondo constante, un malestar que aparece en los momentos de silencio: en casa, en el coche, en la cama. Ese ruido de fondo, casi imperceptible durante la vorágine del día a día, cobra fuerza cuando la actividad cesa. Es entonces cuando aparecen las preguntas, las dudas, la incomodidad de no saber si el problema está en lo que haces o en cómo te sientes mientras lo haces.
¿Te has detenido a escuchar ese ruido?
Ese ruido de fondo puede pasar desapercibido porque el ruido ambiental del trabajo lo solapa. Pero cuando el ruido ambiental baja, el de fondo emerge con fuerza. Si no lo escuchas, no lo analizas y no lo gestionas, puede llegar a un punto en el que se vuelva insoportable. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ir desde el insomnio hasta una disminución en la calidad de tu trabajo y, en algunos casos, incluso en tu autoestima.
A veces, en conversaciones de coaching, mis coachees me dicen que culpan a su trabajo de cómo se sienten: “Es el trabajo lo que me está afectando”. Entonces les pregunto: ¿De verdad es el trabajo? ¿O es cómo te sientes cuando lo haces?
¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?
Sé que detenerte puede parecer imposible. Me lo dicen todos: “Fernando, es que no tengo tiempo”. Y yo siempre respondo con números:
Haz las cuentas: eso es apenas un 1,36% de tu tiempo mensual.
Entonces, te pregunto: ¿puedes dedicarte un 1.36 % de tu tiempo para detenerte, analizar, identificar y gestionar ese ruido de fondo? ¿Puedes permitírtelo para tomar el control y encontrar respuestas?
La mayoría de mis coachees, después de pensarlo, responden: “Creo que sí”. Y es ahí donde empezamos a trabajar juntos, no para que yo te dé respuestas, sino para que te ayude a apuntar tu propia linterna hacia esos lugares incómodos, pero llenos de posibilidades.
Porque si no sabes qué es lo que realmente te incomoda, ¿cómo vas a solucionarlo?
Y tú, ¿qué harás con ese 1.36 % de tu tiempo? ¿Seguirás intentando enhebrar aguja e hilo cabalgando al galope sin detenerte? Quizás hoy sea el momento de parar, reflexionar y preguntarte, de verdad: ¿a dónde voy?
¿Cuándo es tu momento?
¿Estás esperando el momento perfecto? Te entiendo. A veces creemos que llegará con un gran anuncio, con señales claras y contundentes, pero la verdad es que el momento justo puede ser ahora, mientras lees esto, o quizás dentro de 5 años, en un instante en el que el ruido de fondo te haga detenerte y recordar estas palabras.
Las oportunidades nacen cuando tienes claro que no estás sólo en este camino. Porque cuando ese momento llega —hoy, mañana o en una década— es esencial que seas consciente de que tienes a tu disposición un activo valioso, un socio estratégico, que soy yo. Estoy y estaré aquí para ayudarte a construir ese instante clave y convertirlo en un punto de inflexión.
Tu momento no está condicionado al tiempo, lo está en las decisiones que tomes.
Hasta luego, nos vemos en TU momento.