¿Qué haces Aquí?

¿CUÁNTO DE LO QUE SABES DARÍAS POR LA MITAD DE LO QUE IGNORAS?

Reflexión del lunes…

¿CUÁNTO DE LO QUE SABES DARÍAS POR LA MITAD DE LO QUE IGNORAS?

¡Piénsalo un momento!

Seguro que como abogad@ muchas veces, te sientes segur@ en lo que conoces, en lo que dominas, en lo que manejas día a día, tu zona de confort. Pero, ¿te has detenido a pensar en lo que desconoces?

No me refiero solo a lo que no sabes, sino a aquello que ni siquiera eres consciente de que ignoras.

Esa es la primera y más peligrosa forma de ignorancia: no ser consciente de lo que no sabes y, peor aún, no serlo tampoco del impacto que eso tiene en tus decisiones, en tus relaciones y en los resultados que obtienes. Si no ves el riesgo, si no identificas la brecha, ¿cómo podrías gestionarlo?

La segunda es la ignorancia de lo que efectivamente sí sabes. Paradójico, ¿verdad? Sufres este tipo de ignorancia cuando el ritmo del día a día no te deja detenerte y reconocer el conocimiento que ya posees. Lo tienes, pero no lo usas, porque lo que no se conoce no se puede gestionar. Pero existe algo peor, que libremente, siendo consciente de lo que conoces, decidas no usarlo, es decir, ignorarlo. ¿Te has planteado que ignorar, a diferencia de ser ignorante, es una elección?

Las preguntas clave aquí son:

¿Para qué decides ignorar?

¿Es por comodidad, por miedo al cambio, por evitar el esfuerzo que implica enfrentarlo, por no salir de tu famosa zona de confort?

¿Puede ser que simplemente nunca te lo has planteado?

Imagina esto:

¿Qué saben los demás sobre ti que tú no sabes o que has decidido ignorar?

Ahí entra en juego la “ventana de Johari”, ese espacio de tu vida donde otros tienen información sobre ti—sobre tus habilidades, sobre tus oportunidades de mejora—que tú aún no ves o has decidido no ver.

En un proceso de evaluación de desempeño, por ejemplo, ¿qué tanto control tienes sobre tu narrativa si desconoces lo que los demás perciben y saben de ti, así como de tu evolución como profesional? Ahí es donde tu punto ciego puede volverse una vulnerabilidad.

Entonces, vuelvo a la pregunta inicial:

¿Cuánto de lo que sabes darías por la mitad de lo que ignoras?

Lo que desconoces puede limitarte, pero lo que descubres tiene el potencial de transformarte, al igual que todo aquello que conociéndolo, decides ignorar.

El mi trabajo como coach no busco exponerte, sino darte herramientas para que seas tú quien expanda tu propio conocimiento y aceptes el que ignoras, descubriendo qué te llevó a ignorarlo, qué objetivo persigues haciéndolo. Trabajaré contigo para que enfrentes esas áreas ciegas y desconocidas, para que conviertas la ignorancia en aprendizaje y tomes decisiones desde la consciencia, no desde la casualidad.

Ahora dime:

¿Estás listo para dejar de ignorar?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comparte en redes
LinkedIn
X
Facebook
Últimas publicaciones

¿Adónde voy?
Una pregunta incómoda pero necesaria

A lo largo de mi carrera, he tenido muchas conversaciones con profesionales del derecho que, probablemente como tú, se han enfrentado a momentos de duda e incertidumbre. En estas charlas, me han compartido experiencias que se repiten más de lo que imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, me confesó no estar seguro de si realmente disfrutaba su trabajo o si lo que sentía era simplemente el peso de un desgaste acumulado. Me dijo que, en ocasiones, no le gustaba cómo era cuando trabajaba: cómo reaccionaba, cómo se relacionaba con los demás, cómo parecía perderse en el camino. Y luego, compartió una frase que resuena con muchos otros profesionales: «No sé a dónde voy» .

¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos profesionales visionarios como tú, que día a día resuelven problemas complejos para sus clientes o diseñan soluciones para desafíos aún inexistentes, de puertas para adentro se sienten perdidos.

Hay un ruido de fondo constante, un malestar que aparece en los momentos de silencio: en casa, en el coche, en la cama. Ese ruido de fondo, casi imperceptible durante la vorágine del día a día, cobra fuerza cuando la actividad cesa. Es entonces cuando aparecen las preguntas, las dudas, la incomodidad de no saber si el problema está en lo que haces o en cómo te sientes mientras lo haces.

¿Te has detenido a escuchar ese ruido?

Ese ruido de fondo puede pasar desapercibido porque el ruido ambiental del trabajo lo solapa. Pero cuando el ruido ambiental baja, el de fondo emerge con fuerza. Si no lo escuchas, no lo analizas y no lo gestionas, puede llegar a un punto en el que se vuelva insoportable. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ir desde el insomnio hasta una disminución en la calidad de tu trabajo y, en algunos casos, incluso en tu autoestima.

A veces, en conversaciones de coaching, mis coachees me dicen que culpan a su trabajo de cómo se sienten: “Es el trabajo lo que me está afectando”. Entonces les pregunto: ¿De verdad es el trabajo? ¿O es cómo te sientes cuando lo haces?

¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?

Sé que detenerte puede parecer imposible. Me lo dicen todos: “Fernando, es que no tengo tiempo”. Y yo siempre respondo con números:

  • Si trabajas 10 horas al día durante 22 días al mes, eso suma 220 horas al mes.
  • Si dedicamos 45 minutos a la semana a una sesión de coaching, eso son 3 horas al mes.

Haz las cuentas: eso es apenas un 1,36% de tu tiempo mensual.

Entonces, te pregunto: ¿puedes dedicarte un 1.36 % de tu tiempo para detenerte, analizar, identificar y gestionar ese ruido de fondo? ¿Puedes permitírtelo para tomar el control y encontrar respuestas?

La mayoría de mis coachees, después de pensarlo, responden: “Creo que sí”. Y es ahí donde empezamos a trabajar juntos, no para que yo te dé respuestas, sino para que te ayude a apuntar tu propia linterna hacia esos lugares incómodos, pero llenos de posibilidades.

Porque si no sabes qué es lo que realmente te incomoda, ¿cómo vas a solucionarlo?

Y tú, ¿qué harás con ese 1.36 % de tu tiempo? ¿Seguirás intentando enhebrar aguja e hilo cabalgando al galope sin detenerte? Quizás hoy sea el momento de parar, reflexionar y preguntarte, de verdad: ¿a dónde voy?

¿Cuándo es tu momento?

¿Estás esperando el momento perfecto? Te entiendo. A veces creemos que llegará con un gran anuncio, con señales claras y contundentes, pero la verdad es que el momento justo puede ser ahora, mientras lees esto, o quizás dentro de 5 años, en un instante en el que el ruido de fondo te haga detenerte y recordar estas palabras.

Las oportunidades nacen cuando tienes claro que no estás sólo en este camino. Porque cuando ese momento llega —hoy, mañana o en una década— es esencial que seas consciente de que tienes a tu disposición un activo valioso, un socio estratégico, que soy yo. Estoy y estaré aquí para ayudarte a construir ese instante clave y convertirlo en un punto de inflexión.

Tu momento no está condicionado al tiempo, lo está en las decisiones que tomes.

Hasta luego, nos vemos en TU momento.